Lavando en el río
La gran enchenta
La gran enchenta
El famoso lavadero
La famosa enchenta
El bienestar tiene unido el componente dela calidad de vida y ésta la calidad del agua. Somos ricos en agua, a pesar de que de manera constante hemos ofrecido comportamientos que han afectado directamente a esta riqueza, a este patrimonio único y agotable. Contaminación, ataques a ríos por causa de obras mal planteadas, política de minicentrales, embalsamientos abusivos, canalizaciones absurdas o interesadas...
Contemplar el vituperado Mero, el embalse de Cecebre infestado de cangrejos americanos, carpas, basses, hasta galápagos de California, ¡de California, no de Cambre! No es plato de buen gusto. Imagínense los ríos del “País de los mil ríos” de Cunqueiro hace 50 ó 70 años...
Oza tuvo un río. El Río de Monelos.
Los veteranos sabios de A Gaiteira, Montiño, Monelos... Recordarán su río. Los paseos hasta la ribera con los colegas de la Escuela Nacional de A Gaiteira, por el estrecho camino que conducía al túnel de la Estación del Norte, por donde pasaba el río, también conocido como de La Maestranza, por regar los fértiles y bondadosos campos de Monelos. Tirachinas, tiratacos, hechos con ramas de mirto de la vera del río, armas de la chavalada. Trueiros, artes de pesca. Anguilas, al cesto si caía alguna de porte. Angulas... ¡No se comían, fálteme Dios! ¿Y si hubieran subido por allí las lampreas?
Una pena que en A Gaiteira no hubieran sido pioneros en la explotación de tan diminuto pez de enorme placer gastronómico cuando se junta con sus congéneres en tenedor de madera.
Sí llevaban los muchachos, en botes, las anguliñas para que el profesor Federico Yuste Velasco, de ciencias, les sacase de dudas con sumo placer. Eran angulas, sin duda, les decía el maestro. Era 1957 ¡y no se comían, fálteme Dios!
Por esta zona andaba la banda de Andrés Franco, José Ramón Barcia o Pepe Temprano (y tarde) y algún otro más. Xa choveu. Interactuaban con la bajamar los chicos para hacer presas y embalsar angulas y, si no se terciaban las capturas de la familia anguilidae, las ranas eran una productiva alternativa. Soy de los afortunados padres que puedo decir que mi hijo cazó su primera rana a los tres años aunque no en el río de Monelos. Porque ahora no lo vemos, como ya sabrán los coruñeses (si alguno lo ha visto en los últimos años debe o, acudir a su médico o cargarle menos a la Estrella).
También había tiempo para las pedradas, noble deporte en tiempos. Una ribera de Oza, Gaiteria Vs Otra Ribera de Oza, Monelos. Tras años de combates todo quedó en empate técnico de moratones y ahora se toman juntos los vinos en O Lagar de Jose y las cervezas en el Colours (antiguo Reical).
Los chavales buscaban moras, que había en cantidad, y lagartos, cantidad y calidad. Para los padres lo primero era fastidiado por las manchas, pero lo segundo... ¡Ay lo segundo¡ Así que les decían a los chicos que si pasaban por el estrecho camino franqueado por la pared repletita de larcetas como para hacer un batallón formado en desfile de victoria, corrían el riesgo de que un lagarto, de un chimpo, se les metiese por el oído. Acongojadillos los ingenuos, pasaban corriendo por el angosto pasillo con las manos tapando las orejas. Me hubiera gustado ver a Temprano tapando esas orejas... Nunca pudieron escuchar la solución a su duda. ¿Qué carallo eran aquella especie de zamburiñas que dejaba al descubierto la marea en su huída a la ría? ¿Mejillón Cebra, anodontas? Misterio del barrio.
El río de Monelos, como todo río que se precie, también se salió de madre en alguna ocasión, trágicamente en una de ellas. A finales de los cincuenta apareció en la entrada del túnel un cadáver. Era un hombre. Parecía haber caído en el puente de Monelos, siendo arrastrado aguas abajo.
El túnel siempre dio que hablar. Sirvió para ocultar mercancías después de la Guerra Civil y para los cuentos más terroríficos contados en la Noche de San Juan.
Y ahora no vemos el río.
Retornando al principio de este artículo, volvemos a un fundamental punto de partida: Calidad de vida, de agua, de ciudad.
A Coruña ha dado un salto hacia el Siglo XXI que no deja el medio ambiente de lado, obviamente, y está ante un reto gigante, de dar el “bote” hacia el primer cuarto de siglo, hacia lo que será la ciudad de 2010 a 2025.
Cuando se ven los próximos planes urbanísticos se observa cómo existe la posibilidad de que el Río de Monelos emerja, vuelva a la superficie. ¿Se imaginan un río cortando la ciudad, con agua clara, cuidado y utilizado, un aula de río para los niños, incluso podríamos hablar de pesca deportiva, habría muchas maneras de hacerlo y sin que se desborde...
Vecinitos, asómense a las ventanas
Que ya llega el agua a la escuela
Que el día menos pensado
Tendremos regatas de primera
Es una estrofa de una canción popular de este barrio, porque este barrio tiene sus canciones. Es en recuerdo de alguna de las “enchentas” del río, de uno de tantos desbordamientos y, particularmente, prefiero un río desbordado con canción que una canción sin río que se desborde.
Contemplar el vituperado Mero, el embalse de Cecebre infestado de cangrejos americanos, carpas, basses, hasta galápagos de California, ¡de California, no de Cambre! No es plato de buen gusto. Imagínense los ríos del “País de los mil ríos” de Cunqueiro hace 50 ó 70 años...
Oza tuvo un río. El Río de Monelos.
Los veteranos sabios de A Gaiteira, Montiño, Monelos... Recordarán su río. Los paseos hasta la ribera con los colegas de la Escuela Nacional de A Gaiteira, por el estrecho camino que conducía al túnel de la Estación del Norte, por donde pasaba el río, también conocido como de La Maestranza, por regar los fértiles y bondadosos campos de Monelos. Tirachinas, tiratacos, hechos con ramas de mirto de la vera del río, armas de la chavalada. Trueiros, artes de pesca. Anguilas, al cesto si caía alguna de porte. Angulas... ¡No se comían, fálteme Dios! ¿Y si hubieran subido por allí las lampreas?
Una pena que en A Gaiteira no hubieran sido pioneros en la explotación de tan diminuto pez de enorme placer gastronómico cuando se junta con sus congéneres en tenedor de madera.
Sí llevaban los muchachos, en botes, las anguliñas para que el profesor Federico Yuste Velasco, de ciencias, les sacase de dudas con sumo placer. Eran angulas, sin duda, les decía el maestro. Era 1957 ¡y no se comían, fálteme Dios!
Por esta zona andaba la banda de Andrés Franco, José Ramón Barcia o Pepe Temprano (y tarde) y algún otro más. Xa choveu. Interactuaban con la bajamar los chicos para hacer presas y embalsar angulas y, si no se terciaban las capturas de la familia anguilidae, las ranas eran una productiva alternativa. Soy de los afortunados padres que puedo decir que mi hijo cazó su primera rana a los tres años aunque no en el río de Monelos. Porque ahora no lo vemos, como ya sabrán los coruñeses (si alguno lo ha visto en los últimos años debe o, acudir a su médico o cargarle menos a la Estrella).
También había tiempo para las pedradas, noble deporte en tiempos. Una ribera de Oza, Gaiteria Vs Otra Ribera de Oza, Monelos. Tras años de combates todo quedó en empate técnico de moratones y ahora se toman juntos los vinos en O Lagar de Jose y las cervezas en el Colours (antiguo Reical).
Los chavales buscaban moras, que había en cantidad, y lagartos, cantidad y calidad. Para los padres lo primero era fastidiado por las manchas, pero lo segundo... ¡Ay lo segundo¡ Así que les decían a los chicos que si pasaban por el estrecho camino franqueado por la pared repletita de larcetas como para hacer un batallón formado en desfile de victoria, corrían el riesgo de que un lagarto, de un chimpo, se les metiese por el oído. Acongojadillos los ingenuos, pasaban corriendo por el angosto pasillo con las manos tapando las orejas. Me hubiera gustado ver a Temprano tapando esas orejas... Nunca pudieron escuchar la solución a su duda. ¿Qué carallo eran aquella especie de zamburiñas que dejaba al descubierto la marea en su huída a la ría? ¿Mejillón Cebra, anodontas? Misterio del barrio.
El río de Monelos, como todo río que se precie, también se salió de madre en alguna ocasión, trágicamente en una de ellas. A finales de los cincuenta apareció en la entrada del túnel un cadáver. Era un hombre. Parecía haber caído en el puente de Monelos, siendo arrastrado aguas abajo.
El túnel siempre dio que hablar. Sirvió para ocultar mercancías después de la Guerra Civil y para los cuentos más terroríficos contados en la Noche de San Juan.
Y ahora no vemos el río.
Retornando al principio de este artículo, volvemos a un fundamental punto de partida: Calidad de vida, de agua, de ciudad.
A Coruña ha dado un salto hacia el Siglo XXI que no deja el medio ambiente de lado, obviamente, y está ante un reto gigante, de dar el “bote” hacia el primer cuarto de siglo, hacia lo que será la ciudad de 2010 a 2025.
Cuando se ven los próximos planes urbanísticos se observa cómo existe la posibilidad de que el Río de Monelos emerja, vuelva a la superficie. ¿Se imaginan un río cortando la ciudad, con agua clara, cuidado y utilizado, un aula de río para los niños, incluso podríamos hablar de pesca deportiva, habría muchas maneras de hacerlo y sin que se desborde...
Vecinitos, asómense a las ventanas
Que ya llega el agua a la escuela
Que el día menos pensado
Tendremos regatas de primera
Es una estrofa de una canción popular de este barrio, porque este barrio tiene sus canciones. Es en recuerdo de alguna de las “enchentas” del río, de uno de tantos desbordamientos y, particularmente, prefiero un río desbordado con canción que una canción sin río que se desborde.