miércoles, 22 de septiembre de 2010

Tecnología y truchas

En la página de La Voz firmada por Toni Silva bajo el titular: "Las truchas de la discordia" hay un aporte que merece la pena y aquí os lo dejo para su tranquila y reposada lectura en este fin de temporada.

Artículo de opinión de José Varela en su espacio "Faíscas", de La Voz de Galicia.
Publicado 20/09/10

Conviene tener presente que hablamos de un deporte, al cabo un juego, que se desarrolla en y con la naturaleza como elemento esencial. En cualquier competición entre humanos, el cambio de normas, en principio, no altera el equilibrio de fuerzas: afecta a los contendientes por igual. En la pesca fluvial, la naturaleza asiste inerme al progresivo y alevoso empleo de artilugios derivados del avance imparable de la técnica (hilos cada vez más finos e invisibles, indeformables, generaciones de señuelos cada vez más perfectos, cañas más sensibles y ligeras, carretes con dispositivo antitorsión y embrague automático, anillas que casi eliminan el rozamiento, etcétera), de la biología (investigaciones sobre las necesidades y el comportamiento del pez en libertad, efectos del frío, la luz, la niebla, las eclosiones de insectos...), la química (alteraciones del medio acuoso), mayor precisión en las predicciones meteorológicas, y un complejísimo entramado de conocimientos que en el pulso entre el pescador y la trucha solo benefician a una de las partes: no soy etólogo pero conjeturo que el instinto de la trucha es incapaz de adaptarse a semejante cascada de novedades. ? La pugna, pues, puede ensuciarse lenta pero progresivamente y mudar en abuso lo que originariamente era una actividad noble y leal. Con el uso de cañas muy largas, las truchas ven tan limitadas sus opciones de supervivencia que servirse de ellas degrada la pesca fluvial, o al menos lo que por tal entendemos algunos aficionados tal vez ingenuos e irredentos. ? En este sentido, pues, la normativa debe ser sensible a los avances tecnológicos y adaptar periódicamente los límites de su uso so pena de despojar de toda dignidad una actividad que por fortuna muchos pescadores practican con humildad, respeto y sometimiento a la naturaleza. El piragüista David Cal haría los 1.000 en un soplo con su C-1 si le acoplase un Johnson fueraborda de cuarenta caballos de potencia. Pero creo que hablamos de otra cosa. ? (Desecho, por interesado, falso y espurio al objeto de esta cuestión, el hecho cierto e indiscutible de que las minicentrales, la industria, el urbanismo, las explotaciones agrarias, la codicia de los empresarios y la intolerable complicidad de la Administración popular constituyen la mayor y más grave agresión que jamás han padecido los ríos gallegos. Ese asunto exige otro debate y, entre tanto, la actuación de los juzgados, pero no debe servir de excusa para postergar el tema que nos ocupa).