viernes, 3 de septiembre de 2010

Querido Leiro




El Ulla es enorme. A veces, cuando pienso en sus múltiples manifestaciones, imagino ríos realmente inmensos, que en lugar de pasar por dos provincias pasan dos países y desembocan hechos un mar. Pero el Ulla es, para mis cortas dimensiones, a pesar de haber visto muchos ríos, enorme. Y es curioso, porque, aún habiendo estado en Turín, contemplando el Po, el Elba en Hamburgo, el Sena en París o el Rin en Colonia, como sólo conoces un enorme-poco de inmensidad, no te das cuenta de que nuestras cuencas son, ciertamente, pequeñas. No tenemos un Nilo, vaya.
Pero el Ulla me parece desmesuradamente bonito, y por distinto, grande. Desde Monterroso a mi eterna Arousa, que no cambio por el gigante fiordo que vi en Aalborg. El Ulla tiene muchos parajes impresionantes.
Pegado á él, cuando ya copula con el mar y sabe salado como cópula, cuando ya ha cargado al Sar y cien regatos y diez ríos de tronío, está Leiro, está Rianxo. No sé lo que me ganó antes, si Leiro o el Ulla o los dos a la vez. Pero el caso es que, ya en mi confortable Coruña, (A, La o sin, me da igual), ya en mi despachito casero, delante del folio "e unha mil-nove", tengo una especie de morriña, pequeñita, la morriña grande la tuvo José, que se pasó 28 años en Bélgica y lloraba cuando enfilaba la ensenada de Rial, y a fin de cuentas puedo volver de visita en mi próximo día libre.
No puedo hablar de ésa morriña, pero noto algo que debe ser, en escala, parecido. Porque un mes en Leiro, aún subiendo y bajando por la autopista unas cuantas veces hasta mi bella y cautivadora Marineda, es mucho y poco tiempo a la vez. Poco ya que quieres más, y mucho porque es todo el que tienes en este momento.

Para que me entendáis. Al igual que no cambio al Po, Elba, Sena o Rin por el Ulla, no cambio Turín, Hamburgo, París o Colonia por Leiro y Rianxo.


E non é coña.
Gracias Leiro.
Gran Leiro.
Querido Leiro.