miércoles, 22 de septiembre de 2010

Artículo en La Voz

Me ha traído mi pescadora pareja un articulito, en papel, como a mi me gusta, de un amigo y compañero de La Voz de Galicia, Toni Silva, con el que he tenido el placer de compartir horas de trabajo y muchas sonrisas. Ojito al tema, que ya tenemos una propuesta al comité provincial sobre la mesa de un veterano del Mandeo, Antonio Cotos. Se publicó este lunes y, por interesante, lo sumamos al blog.


La Voz de Galicia
Las cañas de la discordia
Muchos pescadores critican el uso de las largas varas de entre siete y trece metros por considerar que dejan a las truchas «en clara situación de desventaja»

Toni Silva

En el mundo de la pesca, el tamaño ha sido un argumento de orgullo o vergüenza, siempre en función de la pieza capturada. Generalmente, el considerado mejor pescador lo es no por levantar más ejemplares sino por hacerse con la pieza más pesado. Pero el debate de los tamaños ha saltado también a las propias herramientas desde que se han popularizado las largas cañas de la modalidad pesca a punta vara, unos instrumentos que pueden alcanzar los trece metros de longitud. Poco a poco, las riberas de los ríos de Galicia han visto multiplicarse estas cañas fijas, exentas de carrete y con un trozo de sedal coronado por una mosca. La facilidad para colocar el señuelo en un punto concreto de un río es el principal argumento para los que rechazan este arte de pesca. La generosa longitud se carga así de un plumazo las múltiples formas de lanzar la tanza (sedal) con boyas, cucharillas, cebo vivo o réplicas de moscas. Dicho de otro modo, las largas varas igualan a los expertos pescadores con los novatos sin destreza en el resultado final.
«Con esas cañas, la trucha nunca descubrirá al pescador, lo que coloca a éste en una situación de insultante ventaja», señala Antonio Cotos, miembro de la sociedad Río Mandeo y abierto opositor a la pesca a punta vara. Este veterano pescador, buen conocedor de los ríos de Galicia, critica lo que considera la «esquilmación de las dos orillas». «No se debería permitir que quienes portan estas cañas lo hicieran desde dentro del río porque desgastan la pesca en ambos márgenes», explica.
Pero otros pescadores como Javier Cotos -ninguna relación con el anterior aunque también es socio de Río Mandeo-, defienden que cualquier pescador, utilice la modalidad que utilice, ataca las dos orillas cuando remonta el río. «Cualquier buen pescador sabe que hay que moverse despacio, yo mismo he avanzado por el medio de ríos y a los pocos minutos ya oía saltar las truchas a mis espaldas», señala Javier, propietario de una tienda de pesca en la localidad oleirense de Santa Cristina. Si bien reconoce la facilidad de esta fórmula de pesca para la captura de truchas, señala que en el caso de los reos se vuelve un arte especialmente complicado. «Cuando pica un reo no tenemos un carrete para amortiguar los tirones, somos nosotros contra el pez con un trozo de sedal por el medio -afirma Javier Cotos-; de hecho, en un alto porcentaje de los casos el sedal se acaba rompiendo».
Otros pescadores se quedan en un punto equidistante entre los detractores y los defensores de las largas varas. Es el caso de Javier Saavedra quien, si bien reconoce que es una modalidad que facilita conseguir un buen número de piezas, «en principio es tan legal como otras artes». Pero Saavedra introduce un interesante matiz en el debate: «En los ríos pequeños no debería irrumpir el pescador a vadear y la pesca a punta vara exige meterse en el agua, ése es el verdadero problema».