miércoles, 30 de junio de 2010

Mandeo oe oe oe, oe oe...


Miguel Piñeiro tiene el chaleco tan grande como el corazón, enorme, y caben un montón de cosas, por ejemplo todas las que hacen falta para preparar en condiciones el merendero de Chelo en el Mandeo. La cuadrilla fue desembarcando poco a poco para una gran jornada de amigos, con muy poca pesca, porque era, una vez más, la santa y noble excusa. La foto, hay más, la sacó Carlos, guarda de los de verdad y amigo. ¡Coño! Qué gusto da llegar a un río que quieres y darle un abrazo al guarda. Con Miguel llegó Juan y una nevera azul cargada de todo lo que hay que cargar en estas menesterosas jornadas, Juani preparó café para despertar a un regimiento, pan de Fiobre, buen embutido y tortilla de quitar el hipo, pero con sus bistecs y ensalada. Chef Moure, un servicio de catering de alto standing, se vino desde Pazos. Esperaba Brandón. Con José Luis tengo una afinidad increíble porque además pensamos igualito, igualito. Es una pasada. Más tarde llegó Ángeles y hasta Míster Saavedra se dejó caer para comer, y no pescar, ya que no tenía permiso. Pero D. Eloy, un tipo serio y profesional, vino a acompañarnos, con lo que nos juntamos en un día especial y en un lugar especial un buen número de gorras, sombreros y visieras. Maravillosa estampa.
Y hay peces, muchos peces, se ven, además. Pero no están fáciles, que el Mandeo hay que pescarlo de verdad, con tiento, mimo e intensidad. Disfrutamos más viéndolos que pescándolos, disfrutamos mucho porque en un día así se pasa bien. Muy bien.
Septiembre espera. Tengo un par de martes en el Mandeo para probar unos riscos preciosos de Miguel. Cómo navegan, ni enemigo navío su rumbo a torcer alcanza a ninguna de estas creaciones. Menudo chollo que tengo yo con él, sus moscas alicatadas, sus trallos niquelados. Da gusto pescar con artesanía (con todo respeto para Lauri y amigos). Falta la pieza de la escala que nos diga los peces y yo ya empiezo a pensar... hasta mal. Pero ayer era un día de disfrute para el alma, y a fe que así fue. Nos mandó el Mandeo y le mandamos una buen comanda. ¡Qué río! Es todo, es uno, son muchos... Días así son memorables, también por el 1-0 de España ¡cañí! (que tamén houbo guinda).