Esta primera semana de pesca fue una especie de semana de autos, anduvimos en unos cuantos de arriba abajo. Hemos amortizado la A-9, la A-6 y la A-Miño, que es otra autopista, pero de agua. Empezamos 'los Albertos' por tierras del Zarzo. No hicimos pescata, no, más bien cero, pero fueron los primeros lances de Albertiño en el río. La primera vez que lo llevé de pesca tenía tres años. Fue en Valdoviño y pescó una anguila, que fue lo mismo que yo pesqué y en el mismo sitio cuando tenía unos seis o siete. Lo pasó bien lanzando con una ballesta que en sus manos, y eso que el chaval es grande, parece una caña de 2,10. Poco a poco, con pocos líos, va pegando sus varaditas. Fue el mejor día de pesca de mi vida, pero vienen más. Lleva toda la semana hablándome de ríos y truchas. Es, simplemente, emocionante.
A los pocos días cambiamos la cuenca del Mandeo por Ponte Maceira. Primer día de pesca con mi hermano mayor, que el pequeño no viene mucho, no porque no quiera, sino porque tiene una enorme carga de trabajo, pero también hace las suyas. Mi hermanazo, que es grande en todos los aspectos, lleva enseñándome muchas cosas, muchos días. No hay uno en el que no aprenda algo nuevo. Pescar al alimón con él es una cura para el alma, lanzar al lado de un amigo y clavar unas truchas tampoco tiene precio.
Hablar de pesca, del trabajo, de la familia, de la vida... Y aprender, cosa que también hago con nuestro padre adoptivo, mi profesor, y con otro de los de sangre, fuerza y honor, una mezcla vascogalaica que ha superado la genética de la nobleza. Por si fuera poco aparecen los dos ases del "Trío Amaído", famoso por sus actuaciones en el mes de mayo en donde Asturias y Galicia tienen sexo de contacto y hasta se pesca en pelotas, y un nuevo compañero, muy joven pero dispuesto, se suma a la expedición. Todo ello con una buena reunión con D. Luis Cañas para un trichett y unas carrilleras. Inolvidable día.
El siguiente nos lleva más al sur. Tyde, Tuy, Miño... Suena poderoso. Allí estábamos, de menores a mayores tragos de líquido elemento, gente del Xuvia, Mandeo, Ulla y, por supuesto, del Miño. Fue una jornada en la que particularmente lancé dos veces la caña. Se pescó, sobre todo los del alto Ulla, del interior, y un oso de Portomarín, bonachón y grande, pero más ágil que una ardilla, salió con nota. Su hermano de agua no pescó tanto, pero inventó el Orujo-tonic, con lo que fuimos como el Héspérides, viaje científico, porque, sí, amigos nuestros, fuimos en barco por O Pai Miño.
Impresiona, sobrecoge, te inunda... Es hermoso hasta nunca decir basta. Acuamiño fue la encargada del 'chárter'. Os informaremos porque merece la pena, es barato y se pasa de carallo. Las viandas no faltaron y, además, yo me llevé a mi gondolera para cerrar un arranque de temporada que tacharé, sin que a nadie le moleste, de acojonante.
Ahora vamos a ver lo que nos cuentan Mero, Dubra, Furelos...
No veo la hora de coger otra vez los autos y seguir recorriendo nuestra esquinita.
Pescar no es el fin. Es el camino.