sábado, 2 de octubre de 2010

Las cañas de la discordia

Días atrás nos hicimos eco de la polémica de las cañas de más de seis metros. Posteriormente se abrió otra polémica más, con respecto a la pesca en la roca, tras unas declaraciones del todavía presidente de la Federación Galega, Pedro Romarís. Pero de eso ya hablaremos.

Claudio López, buen amigo y compañero de pesca y habitual de los mismos ríos que yo, nos deja un fenomenal trabajo.


Las cañas de la discordia

Con la aparición de estas nuevas cañas de muchíiiiiiisima longitud, los pescadores han sufrido un sobresalto; sobresalto como el que debieron de tener a mediados del siglo XIX los pescadores de cebo natural que usaban unos pesados armatostes de madera de almendro o fresno y línea de tres crines de caballo trenzadas cuando con sus cañas de bambú refundido e hilo de seda irrumpieron los primeros pescadores de mosca que a su vez tuvieron su sobresalto al inventarse en las primeras décadas del siglo XX el carrete de tambor fijo y como consecuencia la pesca a Spining.
Desde entonces como muy bien dice el señor Varela el avance de la técnica ha sido imparable y cada vez mas rápido: de las pesadas cañas de bambú nacieron las de fibra de vidrio, de estas tras pasar por las de conolón salieron las ultraligeras cañas de carbono actuales y de las primitivas “carruxas” valencianas evolucionaron los modernos carretes de embrague automático; nada tiene que ver el moderno pescador de gafas polarizadas y vadeadores transpirables última generación con aquel contemporáneo de Walton que usaba la parte inferior de su caña como pértiga para cruzar los arroyos.
Que un pescador trate de colocar su pluma o mosca artificial (uno de los cebos mas efectivos que se conocen) lo mas lejos posible no es nada nuevo: de ahí el invento de la boya o buldó; que un gallego adapte artefactos diseñados para ríos completamente distintos a los nuestros tampoco: ejemplo es la pesca a la ballesta con vadeador, modalidad puramente autóctona de pesca; quienquiera que fuese el inglés o mas bien escocés que creó el vadeador lo hizo para pescar en las anchas tablas de los ríos británicos y no en los regatos.
Pues entonces no es de extrañar que nuestra inventiva haya adaptado una caña diseñada por los franceses para pescar carpas al “coup” en embalses a los peculiares ríos gallegos. De ahí a que se esquilmen estos media un abismo: les recuerdo que existe un cupo de capturas que todo pescador debería respetar. Tampoco este tipo de pesca es la bicoca que parece: créanme, moverse por nuestros descuidados ríos, plagados de zarzas, maleza y basuras, con una caña de trece metros de largo no es nada fácil y mucho menos presentar la pluma de forma tentadora para las truchas; se necesitan un pulso y una vista excepcionales. Yo lo he intentado y, francamente, prefiero mis queridas cucharillas. Eso sin mencionar el peligro que suponen los tendidos eléctricos: no es el primer pescador que recibe una descarga con cañas mas cortas…
Si porque un tipo de pesca sea efectivo se tenga que restringir, tendríamos también que hacerlo con la pesca con “rapalas” o la pesca “a la seca” en los serenos. Les recuerdo que la obligación de un pescador es pescar: que cada uno lo haga lo mejor que sepa, siempre y cuando respete la ley.







Primitivos carretes
1.- Aimsa Alevin.- Carrete español de los años 40. Ya tenia freno. Funcionaba por golpe del Pick UP sobre la pata como algún carrete actual. En concreto algun Daiwa de mar
2.- La Dorada- Critin.- Carrete español de la misma época. Aunque de aguja, tenía ya freno y antiretractor. Con armazón de aluminio y bobina de baquelita era un carrete muy ligero y adelantado para su época. Es anterior a los Sagarras
3.- Carruxa valenciana. Carrete antiquísimo en madera con pata pivotante de metal. Se ponía manualmente vertical a la caña para lanzar. Luego se pivotaba, tambien manualmente, para que quedase paralelo a la caña y así recoger. En los años 30 hubo una versión, creo que francesa, de este carrete en metal y modernizándolo un poco: El carrete Pelikan