Acabo de llegar de Santiago. Salió un día tristón, con mucha agua, buena para nuestros ríos. Con una enchoupada pescadora como no podía ser de otra forma.
Miguel y yo, que nos damos abrazos alegres todos los días que acaban en 's' y los fines de semana, nos los hemos dado muy fuertes, pero jodidos, mas de los que reconfortan cuando estás muy flojo. Andamos así, pero como dice Zulu, es lo normal.
Todo ha sido rápido y ya estarás pescando. Cuando salgas del río lee mi carta, una más, porque lo que no voy a hacer es dejar de escribirte, ni decirte adiós. Me niego, y el de Catoira también. Y ya sabes cómo se pone de recio con algunas cosas.
Tu Trueiro está de luto pero ha crecido contigo y es responsable. Tú le enseñaste. Él seguirá siendo tu voz en los ríos. Por eso no voy a despedirme, sólo a decirte que aquí estaremos, y si estamos, está Moralejo.
Me he tomado la libertad de hablar con Carballo. Él te enseñará las mejores posturas de los nuevos ríos que conocerás, y Tino y Vicente te pondrán una gameliña xeitosa para que navegues por la ría y te hartes de pescar fanecas, de momentos como los inigualables que pasamos haciendo virtud de cada trocito de experiencia.
Tenemos un montón de proyectos y estarás en todos ellos.
Como con Carballiño, cuando lance, en cada río, en cada envite, lanzarás tú.
Hablamos mañana.
Alberto.